Es Labyrinth de Jim Henson una de mis películas predilectas de todos los tiempos. Me gusta como de su imaginación surge una historia fascinante, que a modo de cuento, y partiendo de una premisa tan íntima como es la imaginación de una chica, consigue desplegar un universo tan enorme repleto de lugares y criaturas. Me gusta pensar en Labyrinth a modo de relato final de la niñez de una joven, Sarah, rodeada de objetos y con la mente llena de fabulaciones en su habitación, a través de una noche en la que debe cuidar de Toby, su hermano pequeño. Es inútil pensar en Labyrinth sin pensar en Jareth (David Bowie), Rey de los Goblins, majestuoso y con una presencia magnética que pocas veces se da con una entrega tan sumamente pasional, capaz de bordear al villano y al enamorado; el icono, el mito de quien empapela las paredes de su habitación, y que aclamado se aparece en medio de la noche para cumplir deseos y pesadillas en un cuento de hadas sin parangón. Mediante las palabras de un libro de cabecera, con ayuda de un conjuro, siendo capaz de hacer surgir de lo más profundo de la mente nuestras aspiraciones más profundas.
Labyrinth es una película de las de antes. Impresa en su soporte fotoquímico ha conocido todos los formatos domésticos imaginables. Recuerdo quedarme mirando durante horas su carátula en el videoclub. No olvido su primera edición en estuche super jewel box DVD, comprado en Madrid; hoy uno de los tesoros de mi colección personal. A estas ediciones se le sumarían un blu-ray y dos UHD 4K que conmemoran su 30 y 35 aniversario respectivamente. Es llegado finales de septiembre de 2021 cuando Arvi, de la mano de Sony, licencia Labyrinth en España. Podría haber tirado por el camino más sencillo editando en estuche de plástico, o haberse hecho con un steelbook, tan de boga en estos tiempos. Bajo mi opinión personal toma el camino más difícil, caro (entiéndase caro como algo directamente proporcional a las ganas de poseer algo) y bello. Es con una presentación digibook, recreando en piel el libro ‘The Labyrinth’ de Sarah, enfundado en un slipcover de plástico serigrafiado con Jennifer Connelly y David Bowie preparados para su baile de gala. La lámina de apartados técnicos nos avisa de la procedencia del nuevo material y la inclusión de nuevos contenidos. El libreto interior está formado por 30 páginas de excelente gramaje y calidad, en el que encontramos extractos del guion literario, una carta, storyboards, y diversas fotografías y dibujos procedentes del film.
Resulta frustrante escuchar voces pidiendo más catálogo inédito, cuando el trabajo realizado es de sobresaliente ¿Qué hubiese pasado si Labyrinth ‘35th anniversary’ no se hubiera editado en nuestro país? Muy probablemente no hubiesen tardado en surgir las voces críticas denunciando su carencia, mientras se pide más y más, y los objetivos de compra se hacen cada vez a más largo plazo en detrimento de la ilusión inicial de un lanzamiento. Es cierto que cada uno compra cuando y como quiere, pero no es menos verdad que todo lo que no se edite es una perdida insustituible, provocando un hueco cultural que la mayoría de las veces no se recupera.
Hablando con conocimiento de causa, Labyrinth, no es un refrito ni un capricho más del catalogo de Sony. En esta nueva tirada conmemorativa se toma un nuevo master, que a un ojo bien entrenado no se le escapará sus bondades. Lo fácil es decir que la película retoma un material ya existente cuando en realidad no es así. La imagen es superior a sus predecesoras tanto artística como matemáticamente hablando. La película pesa más y el bitrate es superior a su predecesora en 4K; todo ello se traduce en que el detalle fino, siempre que apliquemos cierto zoom, se ve claramente potenciado. El rostro y los ojos de Sarah en la secuencia inicial mientras recita sus versos, o la hermosísima secuencia del baile de máscaras tienen ahora un color más vivo y menos “grisáceo” en comparación a lo que habíamos visto anteriormente. Además si nos fijamos con atención, la definición mejora levemente en muchos planos con contornos más sólidos y robustos. La mejora Dolby Vision dinamiza, más si cabe, los colores de las localizaciones; desde las calles lluviosas del mundo real, hasta los diversos lugares que pueblan el laberinto. Grano abultado y más visible si tenemos en cuenta la gran cantidad de trucajes y manipulaciones que tiene el material de origen. Una verdadera delicia poder comprobar como el legado de Jim Henson se ve recompensado con un concienzudo trabajo.
El sonido Dolby Atmos es un prodigio absoluto. Escuchar los nítidos diálogos en versión original, mientras escuchamos, listas para la ocasión, la partitura de Trevor Jones o las inolvidables canciones de David Bowie. Una distribución cautivadora de la pista de sonido se mezcla con absoluta naturalidad, haciendo que la experiencia sonora se convierta en un verdadero festival musical.
Además la edición no se conforma con lo ya editado, puesto que en el disco UHD tenemos escenas extendidas rescatadas, aunque no restauradas, de esta emblemática producción, sumando audiciones de Jennifer Connelly y otros actores que se daban por perdidas.
¿Cuál es el precio de la magia y de soñar? A esta pregunta no pretendo dar respuesta. Únicamente diré que para soñar no se necesita estar dormido. Es el tesón y la perseverancia, unidos junto con nuestro pasado y recuerdos los que obran milagros. Aquellos que como el vuelo de una lechuza que observa desde diversos lugares despliega sus alas, y vuela alto, muy alto, y con firmeza se empeña en rubricar en oro el valor de nuestras vivencias y darles esplendor. En Aquel Lugar inolvidable en el que se deja atrás la niñez, y que como Sarah Y Jareth, si se les necesita solo tienen que ser nombrados.
La oportunidad se encuentra aquí y ahora. Labyrinth es más que un simple cuento para antes de ir a dormir. A veces hasta se puede palpar.
Publicado originalmente por Marcos.B el 15 de octubre de 2021 en CINE MI AMOR ©
Nota: la edición no contiene figuras Funko Pop.
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