Se alcanza uno de esos números mágicos en la historia de una película mítica. The Godfather, epopeya de la familia Corleone, dirigida por Francis Ford Coppola cumple 50 años desde su estreno. Con verdadera devoción han corrido ríos de tinta al amparo de cada una de sus tres partes. Fragmentar sus tres películas siempre me ha parecido erróneo, ya que la comprensión total de la adaptación cinematográfica de la novela de Mario Puzo, exige una visión global de conjunto de una saga que se reescribe hasta nuestros días. Muchos se sus protagonistas, alcanzados por el filo de la guadaña, han ido abandonando este plano de la existencia; no obstante, pese a todo, muchas mentes fundamentales, incluida la del propio Coppola y la de varios expertos, aún siguen dando forma a la trilogía.
Paramount llevaba más de cinco años desempolvando nuevos materiales, encontrados en sus almacenes y bóvedas fílmicas. Osado sería llamarlas de verdadera conservación, pues al abrir distintas bobinas y latas con los materiales originales de cámara, se comprobó que los negativos originales sufrían un rápido deterioro. Una restauración pictórica, escultural o arquitectónica, para muchos, puede resultar corriente e imprescindible. No sucede lo mismo cuando la labor le toca a una preservación cinematográfica, envolviendo varios kilómetros de película, muchas veces enmohecida, rayada, degradada en su pista de audio y con las perforaciones del negativo rotas. El paso del tiempo convierte al negativo en una suerte de plástico quebradizo, que de no tratarse con urgencia, puede desembocar en que se desintegre en manos no adecuadas. Un riesgo de este cariz se cernía sobre El Padrino.
La labor se realizó con la supervisión de Coppola, pudiendo profundizar sobre todo en los dos años de pandemia. Uno de los campos de pruebas principales fue la tercera película, rebautizada ahora como ‘El Padrino, Epílogo: La Muerte de Michael Corleone’ (1990), el episodio más alejado en el tiempo de la trilogía, en el que finalmente Paramount permitió hacer cambios sustanciales en el montaje y, en el que se unificó el aspecto para situarse en consonancia con sus predecesoras, filmadas en 1972 y 1974 respectivamente.
Así en 2022, coincidiendo con los 50 años de la película fundacional, se lanza al mercado doméstico una edición restaurada y adaptada a nuestros días. Es esencial poner de manifiesto que la edición anterior de 2007, supervisada por Gordon Willis, su director de fotografía, dio un aspecto general excesivamente saturado en su conjunto, que nunca consiguió una plena aceptación de los espectadores que reclamaban un tenebrismo perdido, más próximo a lo que recuerdan los más veteranos. El excesivo tono amarillento inundó por completo a la saga, no beneficiando a todas las secuencias. Para esta nueva edición UHD 4K, utilizando las herramientas actuales, era primordial conseguir un conjunto de puntos que dieran la mayor fidelidad posible a la obra.
En primer lugar devolver al conjunto su aspecto ratio original 1.85:1, prescindiendo del 1.78:1 que venía siendo el utilizado para copar la totalidad de los encuadres. En segundo término, utilizar todo el nuevo material encontrado: negativos no utilizados anteriormente, interpositivos y copiones; mucho menos deteriorados que los materiales ya utilizados para la anterior restauración, reequilibrando y dando forma a una nueva forma de ver las películas, traicionando lo menos posible la intención artística original de Willis. Intentando dar un punto de encuentro común a la globalidad.
Todo ello entrando en juego un nuevo escaneado en 4K de los elementos, aplicando el alto rango dinámico para conseguir una paleta de color más fiel y dar a El Padrino una profundidad, contraste, relieve y nitidez mayor a los ya conocidos. Por supuesto, mejorando la pista de audio original, ofreciendo un mayor espectro de audio y cohesión entre banda sonora, efectos de sonido y diálogos.
El Padrino recupera el tenebrismo en las secuencias oscuras, sin renunciar totalmente a los preceptos de la dirección de fotografía. Para ello se siguen las directrices de Willis, el tratamiento audiovisual original detallado casi al milímetro, que permite jugar con ciertas tonalidades en diversos momentos y, por supuesto, la supervisión de Coppola en los estudios Zoetrope.
La ganancia en nitidez es más que notable. Momentos como el de la boda de Connie Corleone lucen sus mejores galas, permitiendo mostrar el vestuario y decorado como jamás se había visto, debido a una redistribución del grano fílmico, con un equilibrio del color que le resta una pequeña parte del tono amarillo asfixiante que tenía esta secuencia. También los rostros ganan en naturalidad, aunque en algún momento se utilice cierta reducción de ruido para uniformar lo visible. Los instrumentos musicales brillan para esa ocasión tan especial, la rosa de la solapa de Marlon Brando es roja sangre, frente al anaranjado anterior; los encajes del vestido novia pueden verse y prácticamente contarse, en un entorno con fuerte presencia de elementos ornamentales vegetales y su color verde, sin renunciar a ese tono ligeramente amarillo que eliminaría la concepción primigenia. Para poder observar esto es preciso un correcto calibrado de los equipos de visialización, ya que un parametro incorrecto anularía matices.
Con los exteriores filmados en Sicilia sucede algo similar. El amarillo sigue presente con una gradación distinta a la restauración de 2007. Otros exteriores ofrecen un aspecto distinto al anteriormente conocido. Los entornos de Las Vegas, Nueva York, Reno o La Habana muestran un tono más frío, sobre todo en planos de panorámicas largos, con un uso de reducción de ruido más elevados, disminuyendo la apreciación del grano y en algún momento casi anulándolo, aunque afortunadamente no por completo. Esto provoca cierto ruido artificial procedente de escaneo mezclado con el grano de los nuevos materiales utilizados para obtener una mayor visibilidad en edificios y entornos más urbanos.
Majestuosos y con ese aspecto asfixiante y amarillento siguen las escenas en el interior de iglesias. Momentos muy destacables son el bautizo de Anthony Corleone, o los recreados de El Vaticano en la Coda del tercer fragmento. Maravillosos los pasajes de la juventud de Vito Corleone en Nueva York, con ese aspecto sucio y tenebroso y ese atenuado amarillo sin una exagerada saturación; todo gracias a esas instrucciones de hace 50 años anotadas a mano en el tratamiento audiovisual de cada película. Una mención aparte merece el precioso tono morado del vestido de Apollonia en su primera aparición. Un deleite en ese entorno hostil entre el mandato de los Dones.
Por desgracia no nos ha llegado el doblaje original en la segunda parte, siendo uno de los elementos que más de menos se echan en esta nueva edición. Aunque con franqueza, a título personal, opino que El Padrino debe verse siempre en versión original pese al factor nostalgia. Insistiendo que es un elemento que hubiera sido recibido en el mercado español con absoluta devoción.
El sonido original y su distribución son maravillosos. La partitura de Nino Rota jamás había sonado con tanta intensidad y pasión. El subtitulado se presenta en tipos elegantes, color sepia que ya se han convertido en un signo de identidad de la película. No existen fallos de ortografía, pero si omisiones en los largos pasajes en italiano, por mucho que para el hispanohablante puedan ser mas o menos comprensibles.
El contenido extra es abundante. Tenemos nuevos materiales incluidos en un nuevo BD, que compila los materiales ya existentes. Introducciones por parte de Coppola, además de todos los montajes disponibles para la tercera película en un UHD exclusivo para ellos.
Los packs españoles 4K se presentan sin la inclusión de las películas en BD, como sí sucede en algunos países europeos. Paramount, en colaboración con Divisa Home Video para la distribución, ha propuesto dos presentaciones para el formato UHD. El primero un digipak de tres palas con funda y motivos en relieve dorados, con la totalidad de los discos serigrafiados en color negro. Por otro lado tenemos un pack premium limitado a 800 unidades, con faja slipcover en castellano, cubriendo una lujosa caja contenedora negra y tipografía dorada en inglés, celebrando los 50 años de El Padrino. Un libro traducido al español para la ocasión, no demasiado extenso en contenidos, pero todo ello con una excelente calidad en los materiales utilizados. Los discos vienen contenidos en solapas, serigrafiados en dorado para las películas y en negro para los discos adicionales. Además el conjunto se completa con tres ilustraciones de gran tamaño mate y borde blanco, protegidas por papel vegetal. Pueden ser conservadas así o, enmarcadas a gusto del cinéfilo.
La efeméride de El Padrino se ha cumplido. Es cierto que existen decisiones en determinado momentos que pueden llegar a chirriar. Son tantas las fuentes de las que se ha partido para esta remasterización, que es difícil dar un aspecto homogéneo a todo el conjunto. Partir del escaneo anterior hubiese sido una propuesta también interesante, pero la nitidez se hubiese resentido demasiado y hubiese sido una verdadera decepción no poder contar con los elementos hallados durante estos años. El Padrino en su 50 aniversario no repartirá conformidad absoluta. Pero, personalmente, es innegable que se ha llevado un minucioso trabajo de conservación, reconstrucción y restauración. El resultado para mí es muy satisfactorio con varios peros. Las películas están listas para una nueva experiencia. Poniendo en una balanza todos los elementos después de revisionar la trilogía, son más los positivos que los negativos. No me cabe la menor duda.
Publicado originalmente por Marcos.B el 27 de marzo de 2022 en CINE MI AMOR © Todas las fotografías fueron realizadas y son propiedad de Marcos.B ©
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